Diego Fuentes, co founder INC Consultores
Si bien la tendencia de los últimos años en cuanto a la percepción ciudadana de la reputación de las organizaciones en Chile ha tenido una recuperación post estallido social y pandemia; aún estamos lejos de los parámetros previo al 2018, especialmente por la falta de confianza ciudadana en el sector privado – tal como arrojaron los primeros resultados del Estudio de Reputación Corporativa (ERC® 2023) que realizamos con Ipsos- y que sitúan al entorno empresarial dentro de las organizaciones peor reputadas, junto con el Gobierno y partidos políticos.
Un panorama que se extrapola a nivel global, con una sociedad que se va debilitando cada vez más por la polarización producto de esta falta de confianza, crisis económica, desinformación y falta de liderazgo; con un el 53% de personas que creen que su países están más divididos hoy que en el pasado (Edelman Trust Barometer 2023).
Aquí es donde la oportunidad está en una mayor participación de las empresas y sus liderazgos en temáticas sociales – un 86% de la ciudadanía a nivel mundial espera que los directores corporativos tengan un rol activo en el fortalecimiento del tejido social según Edelman -.
Y en este proceso para recuperar la confianza desde la generación de triple impacto del sector privado; la reputación cumple un rol fundamental en el empoderamiento de la comunidad, situándola no solo como un receptor, sino que en una posición participativa y activa a través de lo que conocemos como el “stakeholder engagement”, y que es el primer paso que toda organización debe realizar en la tarea de definir su estrategia de ESG. Un proceso permanente, que debe actualizarse en la medida que la organización se relaciona con el entorno y el contexto en el que se encuentra la empresa.
La inteligencia social y contextual a través de la escucha activa – con análisis permanente de Big Data -, junto con la comunicación, entregan oportunidades ilimitadas para gestionar correctamente un modelo de stakeholder engagement; para lograr a través de estas herramientas: escuchar, lograr un dialogo proactivo, y comprender sus expectativas, opiniones, y asuntos relevantes. Y es así como identificando los asuntos prioritarios por grupo de interés, y estableciendo estrategias por las vías y canales correctos; contribuiremos a acortar las brechas de la desinformación, a una mejor comprensión de cada territorio y sus procesos, y, por ende, a identificar mejor las oportunidades del relacionamiento corporativo integrando de manera permanente a los grupos de interés en esta gestión.
Finalmente, el desafío está en que las empresas y sus liderazgos vean en la reputación el principal activo para recuperar la confianza de la mano con un rol protagónico de los grupos de interés y la generación de impacto positivo que contribuyan al desarrollo sostenible de donde están insertas las operaciones, con procesos de trabajo colaborativos que los integren en el propósito corporativo.
Este cambio de gestión y foco en parte es lo que permitirá recuperar el progreso y la productividad nacional y regional a través de organizaciones más rentables y sostenibles capaces de guiar a nuestra sociedad a un nuevo ciclo de capitalismo de stakeholders donde la reputación es y será el activo clave.